Las ideologías políticas que inspiraron los movimientos sociales del siglo XIX y que configuraron la vida política durante los dos últimos siglos están casi todas ellas inspiradas en unas filosofías de la historia que son el resultado de secularizar determinados planteamientos propios de una teología de la historia. Rastrear estas influencias, que han sido consideradas como una de las grandes paradojas de la modernidad, resulta totalmente necesario para comprender el proceso histórico que ha precedido inmediatamente a nuestro mundo actual.